Por: David Auris Villegas Escritor/Poeta/Columnista davidauris@gmail.com |
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Me acosté a orillas del mar y soñé que mañana me marchaba ligero de equipaje, lejos de los pechos de mi amada por conocer. Desechando tristes pantalones y piadosas camisas, escuchaba promesas de amor alrededor del fuego, mientras vagaba somnoliento.
Seducido por las hogueras, las brisas y los recuerdos, volqué mis desorbitadas miradas hacia el ayer e implorando a los dioses postergar este sueño antes de la batalla final, colmado de mi precaria ilusión, al despertar en la fría mañana tropecé, con una flor hecho de suspiros que alguna vez vi dibujada en las paredes de una lóbrega casa de Egipto, junto a las pirámides.
Murmurando vagas promesas, recordé los pies y las afiladas manitas de mi amada de la fantasía, Ella, apiadándose de los sinsabores de mi destino, ante de sucumbir en mi memoria me besó.
Ensimismado, asombrado y feliz di pasos en la playa acariciando su cintura estrecha, donde tanta gente nadie advertía nuestra presencia, mientras jugábamos riéndonos del mañana dentro de los sueños a orillas del mar, seguíamos disfrutando del quizás, ¿Qué sucederá al despertar mañana? ¿Se habrá marchado mi mágico amor?
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