En época del Presidente Alejandro Toledo se dio avance en dicho campo. Sus programaciones estaban dirigidas hacia la creación de la conciencia nacional. Ahora se ha retrocedido, con el cuento de la modernidad  y complacer a los jóvenes, que ya tienen alimentación de la televisión basura.

Por ejemplo en el campo del folclor, con el respeto que se merece, se da cabida a los farsantes o practicantes de la música chica, aunque fuesen interpretados por los andinos, que trae por tierra a la verdadera música nacional que dejó huellas, y que nunca pasa de moda, como las canciones de Pastorita Huaracina, Picaflor de los Andes, Jilguero de Huascarán, Flor Pucarina, Florencio Coronado, y Fausto Dolorier,  mencionando solo a algunos desaparecidos. Ahora tenemos una constelación de jóvenes intérpretes que se ha olvidado de la identidad nacional, y ha convertido sus composiciones en un negocio o comercio. Además los intérpretes por lo general se hacen acompañar por chicas con minifaldas, que su misión es despertar el lívido, en ningún caso la conciencia nacional, alterando supinamente el tono y la esencia de la música vernacular.

Hemos observado que en México no sucede este tipo de deformaciones comerciales exento de la canción azteca, llena de emoción y sentimiento patrio, como son las rancheras. Allí se conserva y promueve la conciencia mejicana. Pero en el Perú resulta todo lo contrario.

Con respecto a las elecciones del mes de abril, los comentaristas o las comentaristas, están muy lejos de una capacidad profesional, pareciera que han sido recolectados en “la Cachina”. Sus entrevistas dan pena. No demuestra calidad ni nivel profesional. El periodista tiene que ser un excepcional lector, y conozca muy bien el campo político, las doctrinas y las distintas filosofías, para no hacer preguntas estúpidas, sin sustancia gris.

Felizmente faltan pocos meses, para que esta televisión basura estatal, recupere la calidad que antes poseía con la elección de un nuevo gobierno. Así el verdadero peruano pueda sentir que está en su patria. La música foránea tiene su sitio, si los jóvenes han trastocado su mente, allá ellos, y escojan el lugar donde disfrutar, y no sea el canal del Estado que promueva este tipo de eventos, que forman colonos mentales.