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Raíces corruptas, la trama mafiosa se centra en AMÉRICA

La detención de siete directivos de la FIFA obliga a refundar la organización, pero es en las federaciones nacionales donde se incuba el cancer.

La FIFA, la asociación privada que gobierna 209 federaciones de fútbol

La escandalosa trama de corrupción destapada por la fiscalía de Estados Unidos, el FBI y la agencia tributaria estadounidense compromete gravemente la credibilidad de la FIFA, la federación internacional que gobierna desde 1904 los destinos del fútbol mundial. Siete directivos de la organización, muy próximos al presidente, Joseph Blatter, fueron detenidos ayer en Zúrich acusados de soborno, chantaje, fraude y blanqueo de dinero. Loretta Lynch, fiscal general de EE UU, fue clara y tajante al presentar las acusaciones: es una trama con “raíces profundas” que ha operado al menos durante 24 años. La conclusión es que el fútbol mundial ha vivido en un ecosistema corrupto durante las últimas dos décadas.

La espectacular redada de directivos rebasa el carácter de simple episodio, más o menos grave, en la historia de la FIFA. De entrada, confirma las persistentes sospechas de corrupción que han manchado las concesiones de los negocios adyacentes a la organización de los campeonatos internacionales; y, por supuesto, cuestiona hasta el tuétano la asignación de los Mundiales de fútbol a Moscú y Qatar. Hasta el punto de que una de las primeras disposiciones que debería tomar el nuevo equipo directivo (hay elecciones el próximo viernes, a las que, por cierto, se presenta Blatter) si quiere recuperar una brizna de la credibilidad perdida es revisar e investigar la designación de ambos Mundiales. Están bajo sospecha y no deja de resultar un mal síntoma que el portavoz de la FIFA ratificase ayer las dos citas.
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La detención masiva salpica sin excusas a Joseph Blatter. No es creíble que el presidente desconociera las raíces profundas de corrupción a las que aludió Loretta Lynch. Durante su mandato los gestores de marketing deportivo han sobornado a los directivos de la FIFA hasta el punto de que, en expresión del FBI, “los pagos ilícitos eran la forma de hacer negocio” en la organización. Incluso aunque no supiera nada, Blatter era y es el responsable. La decisión más lógica, por más que desde la organización se asegure que el presidente “no está implicado”, es la de dimitir. Que no implica aceptar culpabilidad, sino responsabilidad.

Tampoco es una sorpresa que el sistema de dirección de la FIFA —oscurantista, arbitrario, cerrado al exterior, servido siempre por los mismos mandarines constituidos, estos sí, en casta perenne— haya facilitado que se desarrollen tramas corruptas en su interior. El golpe de ayer, dirigido desde Washington, puede ser una oportunidad de cambio profundo. Elección abierta de los presidentes, concurso abierto de los negocios adjuntos a los Mundiales, auditorías independientes sobre las cuentas de la organización y limitación de mandatos podrían ser las bases de una renovación. Los 17 años de gobierno de Blatter en una organización federada (el presidente anterior, Havelange, estuvo 24) degradan cualquier elección a un compadreo entre cofrades.

No obstante, la renovación de la FIFA será imposible si no se actúa sobre la raíz, que son las federaciones nacionales. En este nivel las presidencias se eternizan, casi siempre como consecuencia de compensaciones, intercambios de favores o intereses comunes entre los clubes y quienes los representan. Loretta Lynch y el FBI han hecho su trabajo en la superestructura de la FIFA; las autoridades estatales tendrían que hacer lo mismo en los niveles de las federaciones nacionales. Así se evitarían presidencias eternas tan sospechosas como la de Ángel María Villar, que, por cierto, proclamó en voz alta, clara y entusiasta la “honradez” de la directiva de la FIFA. Solo por poner la mano en ese fuego debería dimitir. Al mismo tiempo que Blatter.

Fuente: EL PAIS

 

La operación contra la corrupción y el blanqueo de dinero ha salpicado a importantes dirigentes de la FIFA provenientes de grandes potencias del fútbol en América. Los principales acusados son de países como Brasil, Uruguay, Paraguay, Costa Rica y Venezuela, además de otros más modestos, como Islas Caimán o Trinidad y Tobago.


La gran mayoría de los arrestados dirigen actualmente o han dirigido hasta hace poco el fútbol sudamericano y centroamericano, dos de los nichos de votos en los que Joseph Blatter se ha apoyado en las dos últimas décadas para mantenerse en el poder. Dos de los ocho vicepresidentes de FIFA están entre los detenidos. La red de corrupción habría cometido, entre otros, delitos de fraude masivo y blanqueo de dinero, durante más de 20 años, por un valor superior a 150 millones de dólares. Estos son los principales detenidos e investigados.

 

Eugenio Figueredo. / DSK (AFP)

Eugenio Figueredo. Este uruguayo de 83 años, ex futbolista, presidió la Federación de su país entre 1997 y 2006 y fue vicepresidente de Conmebol (órgano rector del fútbol sudamericano) durante dos décadas, entre 1993 y 2013. Posteriormente la presidió durante un año, tras la salida apresurada de Nicolás Leoz, también detenido y con pedido de extradición. En 2014 fue reemplazado por el paraguayo Juan Ángel Napout. Ha sido acusado de exigir sobornos para la votación de los Mundiales de 2018 y 2022.

 

Eduardo Li. / DSK (AFP)

Eduardo Li. Este empresario costarricense de 56 años y ascendencia china, firme creyente en Dios, es miembro electo del comité ejecutivo de la FIFA y de la Concacaf (órgano rector del fútbol centroamericano, norteamericano y del Caribe). Preside además la Federación Costarricense de Fútbol, al frente de la cual organizó el Mundial Sub-17 femenino en 2014. En 13 años, Li pasó de presidir un equipo de Segunda División a sentarse en la misma mesa con los máximos responsables del fútbol mundial.

 

José María Marín. / DSK (AFP)

José María Marín. Todopoderoso presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol hasta hace unos meses (y hoy vicepresidente), Marín encarna a la oligarquía que ha dominado el fútbol en el país del fútbol durante las últimas décadas. Tiene 83 años y es el máximo responsable de la organización del fútbol en los próximos Juegos Olímpicos. Criticado por los cargos que ocupó durante la dictadura militar brasileña, fue nombrado presidente de la CBF por el corrupto declarado Ricardo Texeira y nombró sucesor sin debate a Marco Polo del Nero.

 

Julio Rocha. / STAFF (REUTERS)

Julio Rocha. Fue presidente de la Federación Nicaragüense de Fútbol durante 26 años y miembro del departamento de FIFA para el desarrollo del fútbol en México, Centroamérica y parte del Caribe. Manejaba partidas de dinero encuadradas dentro del proyecto Goal FIFA para la construcción de infraestructuras y la expansión del deporte en países necesitados. Fue acusado en su país de malversaciones en la construcción del Estadio Nacional de Fútbol en Managua, cuya primera piedra fue colocada por el ubicuo Blatter en 2002. Un año después de su inauguración, en 2012, Rocha asumió como director de la Oficina de Desarrollo que atiende México, Centroamérica, República Dominicana, Cuba y Puerto Rico. Dejó la federación a cargo de Rolando López, primer vicepresidente y amigo suyo cercano.

 

Nicolás Leoz. / AP

Nicolás Leoz. Este paraguayo de 86 años, ex miembro del comité ejecutivo de la FIFA, presidió la Conmebol durante 27 años (de 1986 a 2013) hasta que se vio obligado a dimitir por un escándalo de corrupción relacionado con sobornos recibidos de una empresa de marketing asociada a FIFA durante la década de 1990. Un funcionario británico afirmó, además, que Leoz había pedido ser nombrado Caballero del Imperio Británico a cambio de apoyar la candidatura británica a organizar el Mundial 2018.

 

Jeffrey Webb. / AP

Jeffrey Webb. Este carismático gestor nacido en las Islas Caimán hace 50 años preside la Concacaf desde 2012, lo que le convierte en vicepresidente de la FIFA y miembro del comité ejecutivo. Su detención es relativamente chocante, por haberse destacado en la defensa de la lucha contra la corrupción y el racismo en el mundo del fútbol. Llegó a solicitar la publicación de todos los informes relacionados con la polémica adjudicación de los Mundiales de 2018 y 2022. Dirige el grupo Anti-Racismo en la FIFA.

 

Jack Warner. / ARND WIEGMANN (REUTERS)

Jack Warner. El tío Jack (Trinidad y Tobago, 1943) es ex vicepresidente de la FIFA y perteneció a su comité ejecutivo entre 1983 y 2011. Fue además presidente de la Concacaf y consejero especial de la Federación de su país, puesto que abandonó en 2011 por otro escándalo más de corrupción. Fue clave en la reelección de Blatter en 2002, cuando convenció a los miembros de la Concacaf de que estaba recibiendo presiones del candidato camerunés Issa Hayatou (con opciones en aquel momento de desbancar al dirigente suizo). Con el tiempo, la relación se deterioró y terminó en una sucesión de denuncias recíprocas por comisiones ilegales. Sobre Warner recayeron, además, sospechas de reventa de entradas en los mundiales de Alemania y Suráfrica.

 

Rafael Esquivel. / DSK (AFP)

Rafael Esquivel. Nacido en 1948, este tinerfeño de origen lleva toda la vida en el sillón: 27 años al frente de la Federación de Fútbol de Venezuela (FVF). Esquivel es el dirigente federativo más longevo de Sudamérica y arrastra sospechas antiguas de corrupción por su aferramiento al cargo y su alto nivel de vida. Siempre afirmó que sus negocios “no tienen nada que ver” con su condición de presidente de la FVF y que sus empresas datan de 1982, “años antes” de su acceso al organismo que lleva las riendas del fútbol venezolano.


Costas Takkas. Este británico de 58 años, de acuerdo con fuentes consultadas, es ex secretario general de la federación de las Islas Caimán que preside Jeffrey Webb y actúa hoy como adjunto al gabinete del presidente de la Concacaf.

 

Aaron Davidson. / Michael Laughlin (AP)

Aaron Davidson. Este estadounidense de 44 años radicado en Miami es presidente de la empresa promotora Traffic Sports USA y consejero de la North American Soccer League. Su empresa tiene derechos comerciales sobre la Gold Cup y la Champions League de la Concacaf; también fue dueña del club Fort Lauderdale Strikers.


Alejandro Burzaco. Es un ejecutivo de medios argentinos; preside Torneos y Competencias S.A., una importante empresa de marketing basada en Buenos Aires que se dedica a la transmisión de eventos deportivos. Fue durante muchos años cercano al poderoso ex presidente de la Federación Argentina, Julio Grondona, fallecido en 2014, y es un personaje conocido en el mundo del deporte y la televisión argentinos.


Hugo y Mariano Jinkis. Padre e hijo de 70 y 40 años, respectivamente, dirigen Full Play, una empresa de marketing deportivo con sede en Argentina que fue fundada en 1998 y tiene los derechos televisivos de la mayoría de las selecciones de Sudamérica, algunas pertenecientes a la Concacaf, las Eliminatorias Sudamericanas y la Copa América de Chile 2015.


José Margulies. Brasileño de 75 años, apodado como Lázaro, este empresario es el presidente de Valente Corp. y Somerton Ltd. Es acusado de actuar como intermediario que facilitaba los pagos ilegales entre las compañías de marketing deportivo y los ejecutivos de la FIFA.






 




 
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