Por: Eucadio Gutiérrez Solano

La verdad, ante todo, el APRA y sus aliados de la derecha, desde el segundo gobierno de Fernando Belaunde Terry, destruyeron la economía peruana para dar de comer a sus compañeros y correligionarios.

Los gobiernos posteriores, siguieron distribuyendo la riqueza proveniente de la minería y de los contribuyentes a su más cercanos lacayos y secuaces de la política. De modo, los tesoros del Perú fueron a parar manos de los políticos enquistados en el Congreso y el Poder Ejecutivo, quienes sacaron leyes para consumar su expendio brutal contra el pueblo y reparto del tesoro público, sin conciencia a los burócratas y corruptos  de todo pelaje y nivel. Todo esto, mientras el pueblo por centenares de años vive en la pobreza y miseria. Ahora saltan lanzando gritos hasta el cielo defendiendo sus “derechos” y la corrupción, sacrificando -como siempre- ll pueblo. El “asesinato del pueblo” no puede continuar. Basta abrir los ojos, para que llegue el milagro y se ordene la economía peruana.

Los eternos políticos succionadores de la sangre de los electores, con engaño mordaz, repartieron la plata de los peruanos, a diestra y siniestra, a los alcaldes, regidores, subprefectos, gobernadores regionales, creando ministerios, aumentando el número de congresistas, y dando sueldos exorbitantes a los forajidos, que robaban más, y a la pléyade de los burócratas, que llenan los edificios públicos. Para la masacre del pueblo sacaron leyes a su antojo. En la década de 1960 había pocos ministerios, los alcaldes y gobernadores no ganaban. En tanto, en el periodo de 1990 se crearon gobiernos regionales, con la espuria Constitución del 1993, astutamente borrando los departamentos, y asignando sueldos dorados a los gobiernos regionales, creando duplicidad de puestos de trabajo. De este modo criminalística, los gobiernos se establecieron formando una supuesta organización política delictiva.

Los canallas, eternos dueños del Perú, quieren que siga muriendo más gente con la contaminación ambiental y destruyendo la agricultura, cuando la solución es muy simple. Eliminar los gobiernos regionales, los sueldos de los alcaldes y regidores, disminuir los ministerios, reducir el número de congresistas. y restructurar el Estado. La mantención de estos parásitos cuesta miles de millones de soles, aparte de los robos que cometen.

Ante la declaración de la Premier sobre el cierre de 4 minerías en Ayacucho, por contaminación, saltan todos los favorecidos y parásitos de toda laya. ¿Acaso, prefieren que sigan las muertes por culpa de los malos mineros en beneficio de la burocracia dorada? Hasta la extirpación de un pequeño mal es difícil; de tal modo, el ordenamiento del Perú, o cambios sustanciales es indispensable para la salud de la población general, aunque cause problemas inmediatos. El bienestar de la Nación es de prioridad, después de 200 años de crimen al pueblo, masacrando a la masa campesina y dejándola en la pobreza. Las lágrimas de los burócratas es una falacia. El Perú requiere de una justa distribución de la riqueza. Basta de la muerte de campesinos para mantener a los privilegiados y cuellos blancos.

Finalmente, nos preguntamos, ¿para que han servido los gobiernos regionales? ¿Qué objeto tenía que ganen los alcaldes? ¿Y, los gobernadores y congresistas?

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