Durante decenas de miles de años, la Cueva de Chauvet mantuvo en secreto miles de dibujos de osos, rinocerontes, leones, panteras, bisontes. Se trata de las pinturas rupestres más antiguas de las que se tenga noticia, una “joya” que quedó al descubierto en 1994 por un deslizamiento de roca, que permitió su redescubrimiento a tres espeleólogos: Jean-Marie Chauvet, Christian Hillaire y Eliette Brunel.
Este domingo, el comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO reconoció la excepcionalidad de la cueva, al estimar que la inmensa gruta, situada a 25 metros bajo tierra en una meseta calcárea del sur de Francia, es "un testimonio único y excepcionalmente bien conservado".
"Los vestigios arqueológicos, paleontológicos y artísticos de la gruta ilustran, como ninguna otra del comienzo del Paleolítico superior, la frecuentación de las cuevas para prácticas culturales y rituales", subrayó el Comité de la agencia de la ONU especializada en las artes, la educación y la cultura.
La UNESCO destaca que en la cueva de Chauvet se encuentran "las representaciones pictóricas más antiguas conocidas a día de hoy".
Contrariamente a lo ocurrido en la cueva de Lascaux, que fue abierta al público y dañada por el dióxido de carbono exhalado por los turistas, aquí se realizará una copia creada en la región y bautizada "Caverna del Pont-d'Arc", que permitirá admirar las riquezas de la cavidad original.
En este proyecto, que debe ver la luz en 2015, pintores, escultores, agencias de arquitectos, escenógrafos y empresas de la construcción han colaborado para recrear a escala real y en 35.000 metros cuadrados lo mejor de la gruta verdadera.
Aparte de los animales, en las paredes de la cueva pueden apreciarse también unas diez manos en negativo y positivo, representaciones de sexos femeninos y, justo al fondo, el dibujo excepcional del cuerpo de una mujer al lado de un bisonte.
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