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Una educación que induzca a pensar y ser solidarios son pilares del éxito social. En un universo inequitativo e incierto, solo las personas con mente creativa y visionaria podrán sobresalir.
En este panorama, propongo estos retos a los actores de la educación básica, pero no al gobierno que está plagado de funcionarios con doctorados que solo se preocupan por cuidar su puesto sin importar que la buena educación mejora vidas.
Se argumenta que el centro de la educación son los estudiantes. Esto es comparable con un equipo de fútbol que, al relegar la función del técnico, arruinaría el éxito de los jugadores. Por ello, es urgente recuperar la autoridad de los maestros en las aulas, señala la pedagoga Inger Enkvist, pues ellos son quienes encienden la mente de los estudiantes.
Durante la era del cerebro, es clave que los docentes enseñemos a pensar mejor a los estudiantes, sugiere el filósofo Robert Swartz, afín de que tomen decisiones correctas. Al mismo tiempo, desarrollemos su capacidad de resiliencia y perseverancia como estilo de vida.
El filósofo Michel Bernard y el reconocido escritor Ken Robinson nos invitan a canalizar la genuina energía de los estudiantes hacia la poderosa creatividad, evitando formar personas consumidoras y repetitivas.
Fomentar de manera sostenida el espíritu investigador en el ADN de los estudiantes es una de nuestras prioridades. Del mismo modo, debemos explorar las oportunidades que ofrece la inteligencia artificial y el STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) como ejes transversales de la educación.
Dado que el destino de la humanidad es la convivencia, promovamos una educación intercultural que integre a todos, expresa Gunther Dietz. Aprovechemos la tecnología digital, como nuestro mejor aliado para la inclusión y la equidad.
En esta era donde los negocios son fundamentales para la prosperidad, sembremos una cultura financiera, emprendedora y visionaria. Vigoricemos la habilidad de la negociación basada en un lenguaje diplomático, acorde con una realidad global sustentada en las interrelaciones humanas.
Por otro lado, eduquemos estudiantes empáticos y compasivos, capaces de ponerse en el lugar de otras personas, en el marco del respeto hacia los demás, como un valor incalculable para alcanzar una convivencia armoniosa.
Finalmente, nuestro mayor desafío pedagógico radica en desarrollar el inmenso potencial de la mente humana en un mundo marcado por la inteligencia artificial y la incertidumbre.
© David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPC.
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