En OPINIÓN LIBRE |

San Juan de Yánac, mostrará flamante obra biográfica como género literario

LITERATURA YANINA.

Será publicado en Lima, tendrá como titulo "Un verdadero forjador social" sería algo así como danzando a Gerardo Felipe, primer alcalde del distrito San Juan de Yánac.

Don Gerardo Felipe Vilcapuma Saravia, (al centro con sombrero) rodeado de familiares y amigos.
 

Por: David R. Vilcapuma Gutiérrez - Licenciado en Educación
 


El primer Alcalde del distrito San Juan de Yánac, Gerardo Felipe Vilcapuma Saravia,  determinó con su partida al más allá, el curso de pocos eventos que permanecerá, en la historia de nuestro distrito.

Por ello, dedico estas páginas a resaltar la figura del más grande de nuestra leyenda, quien contó con una vida y una trayectoria ejemplar y transparente, digno de imitar.

Un auténtico y verdadero forjador social, ya llega sus cien años y en homenaje a su centenario; la municipalidad de San Juan de Yánac, editará el tan esperado libro, bajo el título “Un verdadero forjador social", y publicará próximamente en Lima.



La sinopsis, el libro consta de tres partes:

Una breve introducción biográfica, donde describe sus logros, su generosidad, y algunos acontecimientos y reflexiones más resaltantes en su vida.

Seguido de árboles genealógicos o genealogía: Esta representación gráfica e enlista a todos nuestros antepasados, descendientes, en forma organizada y sistemática. Se ha registrado en forma de árbol o tabla; desde el año 1815 aproximadamente. Correspondiendo a Don Eusebio Abelardo Vilcapoma (1815–1880), natural del anexo de yana yana, distrito de Chicche, provincia de Huancayo, Región Junín- Perú.

Su relación profunda con el arte, la música, especialmente con la danza de las pallas y pastores y el baile de la navidad.

Figura también algunas de las anécdotas más resaltantes, como el duelo en los andes, las elecciones municipales complementarias en 1967, una breve cronología y las congratulaciones por su centenario.

Finalmente se inserta algunos extractos de la producción y compilación de leyendas, mitos, y narraciones, recogidas y otras de la creación original del autor. Como:

El cóndor pagcha

Cóndor pagcha es una catarata enorme de unos 30 metros que se forma entre el cañón del rio que viene desde la altura de huaychao, que al llegar a la superficie del lecho del rio genera una poza grande por la caída del agua, luce como una hermosa doncella con una vestimenta blanquecina, donde las vastas del vestido se forma con la espuma burbujeante de la caída del agua.

Cuenta la leyenda que cada cierto tiempo por las mañanas, llegaban los cóndores desde las alturas en busca de comida, después, después de arrebatarse un cabrito del potrero, saciar su hambre.

Baja a aplacar  su intensa sed, y  a bañarse en este imponente pozo, después el cóndor con más vigor volaba y volaba raudo, dando muchas vueltas por los aires de las lomas de la estancia de chapacocha hasta llegar a la altura de cóndorrumí,  que es el cerro más elevado e imponente del lugar, guardián de la zona, donde hay una cordillera inmensa, allí paraba el carroñero descansando durante horas, aleteando y estirando sus fuertes garras hasta que sus finas plumas se secara; quedándose dormido largo rato, luego partía volando por los altos de la pampa de huaychao, desapareciendo por el firmamento.

El compañero de aventura

Cuentan los comuneros, de la quebrada de San Luis de Huañupisa; que los fines de semana, los lugareños se reunían con los miembros de la directiva comunal.

Con ganas, de impulsar mejoras y bienestar, en la comunidad. Algunos niños iban acompañados de sus padres. Entre ellos había unos más inquietos que otros, uno de los niños se encontró un cohete, explosivo que usan en las fiestas costumbristas, que no fue encendido.

El niño en su afán de imitar a los mayores; como lo hacían en sus fiestas costumbristas; se esmeraba, en encenderlo, buscando como prender fuego el cohete, agenciándose un trozo de carbón llevando, hacia uno de los terrenos, cercado con adobe; que estaba muy cerca al campo donde algunos comuneros debían con entusiasmo y alegría.

En esa casa vieja y abandonada; intentaron prender fuego, varias veces al cohete; sin poder lograrlo. Estando decepcionado por no prenderlo, lo dejó a un lado.

Otro niño, lo recoge, abre la caña y lo acerca al carbón; dándole un suave soplo al carbón, para qué levante la llama, en ese momento explotó el cohete en su cara.

Quedando ennegrecido, a consecuencia del fuerte estallido del cohete, mientras el ambiente, se iba aclarando, los dos niños estaban, tirados, en los rincones de la casa, se oía gemidos de dolor, mientras uno de los niños se levantaba lentamente; cogiéndose el rostro que lo tenía achicharrado, momento en la que eran atendidos, por los comuneros y sus esposas.

El retorno

Un día cuando regresaba, del colegio a casa; estaba descontrolado, porque todo lo veía juego; era el más inquieto, travieso y juguetón. Cuando llegue a Cruz pata, estaba agotado; a manera de descanso; nos encontrábamos allí, con algunos compañeros de la escuela; que andaba molestando a cuanto podía.
Me gustaba el juego, de subir la cuesta, caminando de ida y vuelta. Al parecer era el inicio, de su vocación como alpinista.

Se adelantó en la caminata; encontrándose un pañuelo en el borde del camino. Lo cogió  y seguía caminando; pero en mis adentros, venia pensando que hacer con el pañuelo.

En la zona, abundan, espinas de todos los  tamaños, cogí el más pequeño; la cual cubrí con el pañuelo. En esa serranía; las pastoras acostumbraban, guardar dinero en ella. Las amarraban bien, y se las guardaban, no lo recurso en que parte de la pollera. Pero si fuera un ladronzuelo; tendría la certeza de saberlo.

Con la dureza de mi imaginación, pronto lo sabré, deje la trampa en el centro del camino; la espina envuelta con el pañuelo, disimulando como si a alguien se le habría, caído su dinero.

Escondiéndome a unos cincuenta metros hacia arriba; observando desde allí a la primera víctima. Mientras después  mis compañeros aparecieron en el lugar, donde dejé la trampa; para que lo recogiera.

El más pequeño del grupo, se había dado cuenta; del pañuelo, y tomando la delantera; corrió, avisando a los demás; de lo que había visto.

Él se acercó con tanta curiosidad, y cogió el pañuelo, creyendo que era el dinero que se le había caído a una de las pastoras, quedando prendido, en la palma de su mano; era la espina que estaba debajo del pañuelo.

Los demás compañeros, se  apiadaron de él, y le sacaron, la espina, de la palma de su mano.

Yo me encuentro al lado de Don Gerardo y esposa.
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