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Solaz esparcimiento en bicicleta cerca de la Plaza de Puerta Cerrada de Madrid

La fuga del hasta hace poco juez supremo César Hinostroza a España no hace sino agregar una dosis mayor a la extendida corrupción que atraviesan las instituciones de nuestro país.

Como antaño el expresidente Alan  García disfrutaba de la tranquilidad madrileña, el prófugo Cesar Hinostroza se ha establecido también en su confortable refugio de la capital española | Fotomontaje.
Como antaño el expresidente Alan García disfrutaba de la tranquilidad madrileña, el prófugo Cesar Hinostroza se ha establecido también en su confortable refugio de la capital española | Fotomontaje.

"Los indignados", por Fernando Tuesta Soldevilla (Publicado en El Comercio)


La fuga del hasta hace poco juez supremo César Hinostroza a España no hace sino agregar una dosis mayor a la extendida corrupción que atraviesan las instituciones de nuestro país. Ante este hecho, todos se indignan y se acusan mutuamente, mientras otros no necesitan fugarse porque las sanciones que debieron recibir nunca ocurrieron.

Pero entre indignados hay responsables, pese a que su dedo acusador apunta en otra dirección. Pues entre acciones cuestionables y omisiones vergonzosas estamos delante de grupos y personas que algo (o mucho) tenían que perder con un César Hinostroza preso y dispuesto a hablar.

Por eso vale la pena recapitular, para ubicar la cadena de responsabilidades. Los miles de audios, producto de las escuchas telefónicas, desataron un escándalo de enormes magnitudes, pues los grados, niveles y tipos de corrupción comprometieron a jueces, fiscales, consejeros del CNM, organismos electorales, funcionarios del Estado, empresarios y congresistas, articulados alrededor de una red criminal denominada Los Cuellos Blancos del Puerto, uno de cuyos cabecillas era el hoy fugado César Hinostroza.

Fue cuando el presidente Martín Vizcarra tomó la iniciativa política para exigir al Congreso que actúe contra los funcionarios comprometidos en este escándalo de corrupción, entre los que se encontraban los consejeros del CNM y César Hinostroza. El proceso demoró meses y la mayoría parlamentaria exculpó, en la Comisión Permanente del Congreso, al ex juez supremo de ser parte de una organización criminal. Posteriormente, y luego de una fuerte presión pública, el pleno revirtió esta cuestionada decisión.

Sin embargo, la Mesa Directiva del Congreso demoró varios días en enviar la acusación constitucional al Ministerio Público, los suficientes como para que Hinostroza procediera a poner en práctica su plan de fuga, que lo logró sin problemas, facilitado, claro está, por la impericia de la Policía Judicial.


 

Pero si bien el ministro del Interior es el responsable político del sector, no es menos cierto que mientras el Poder Judicial dictaba medidas para el impedimento de salida de César Hinostroza, el fiscal de la Nación, la autoridad competente en estos casos, no solicitó oportunamente la prisión preventiva, facilitando la fuga del cabecilla de Los Cuellos Blancos.

 


Es conocido que César Hinostroza comprometía al actual fiscal de la Nación, al congresista Héctor Becerril y a la propia Keiko Fujimori, en una operación que mostraba vínculos cruzados. La posición de la mayoría parlamentaria pasó de una cómplice primera inacción para, posteriormente, alargar el proceso y, finalmente, exculpar a los dos primeros y rebajar el nivel de las sanciones a los consejeros del CNM y limpiar al mismísimo fiscal de la Nación.

Por eso, si bien todos gritan indignadamente “al ladrón”, es claro que la relación de intereses entre los involucrados en los audios de Los Cuellos Blancos es férrea y de necesidades mutuas. Por eso, los falsos indignados podrán dormir tranquilos, mientras el protegido César Hinostroza podrá pasear también en bicicleta por las calles de Madrid.

 

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