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Cuando nada tengo por hacer que, francamente son la mayoría de horas al día, abandono los parques de clase turista; así como ayer asistí, limpio y disfrazado a escuchar conferencias y vagas experiencias rimbombantes en una de las universidades más viejas de Sudamérica, algo así como, argumentar piadosamente a favor de una nariz aguileña.
Un tipo elegante y reloj de oro, habló de los éxitos de su empresa y brindó recetas de cómo erradicar la pobreza, lo cual aligeró mi vaga esperanza. Un tipo más aguerrido, se aventuró asegurar que de llegar a ser presidente, viviríamos con comodidades, asolándome sin querer.
Una hermosa y elegante mujer dijo ser experta en una Ciencia, solamente entendida por los inteligentes y aseguró ser muy sencilla. Luego, alguien sostuvo ser catedrático y estaba orgulloso de los premios, el reconocimiento de los estudiantes y los regalos de la comunidad académica.
Mientras al fondo de la galería, meditaba sobre la felicidad de los parques y; argumenté bajito, las bondades del ocio, como ahora, sin ella no estaría aquí disfrutando experiencias únicas de gente inteligente lejos del parque.
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@davidauris |
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