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¿Por qué lamentar, gritar, retorcerse de dolor, acusar al gobierno, a los médicos, enfermeras, policías, el ejército, y a las autoridades? Si nosotros mismos somos los culpables, o concretamente, son los que no escucharon las recomendaciones ni las alarmas dadas por el gobierno ante el avance mortal de la pandemia.
No hay atención en los hospitales, es porque se colapsó todo. No hay espacios, no hay medicinas, los héroes caídos por Coronavirus se suman cada día. ¿Quiénes son los responsables acaso no eres tú, tu familia y tus hijos que se burlaron de la cuarentena? ¿Por qué reclamas airadamente ahora? Es hora de publicar los nombres de los asesinos que siguen proliferando la enfermedad.
Ahora abren la boca los que cerraron el pico cuando la corrupción se apoderó del Perú años tras año. Los mudos de ayer, cómplices y actores de la corrupción, tan sinvergüenzas, quieren dar lección de moral acusando al gobierno del incremento geométrico de las muertes. Quieren dar cátedra de lucha, cuando en sus oscuras vidas fueron cadáveres, testigos de la podredumbre.
¿Acaso no es cierto que las cárceles están llenos de corruptos? ¿Acaso no es verdad que sus líderes y ex presidentes están presos? ¿Acaso pretenden esconder sus garras, limando sus uñas, lavando sus caras, y echándoles sahumerios, cuando el pueblo peruano lo sabe todo?
Esos médicos, opinólogos, periodistas de alcantarilla, que hoy ven los defectos del Presidente, tenían mascarillas que tapaban todas sus caras, décadas antes que llegue el Coronavirus. Hoy chillan y pasan rasantes como buitres en busca de muertos para satisfacer sus necesidades. Cada uno de estos perversos tienen un largo historial y rabos de paja, cuyo plan es derrotar al gobierno, y liberar a los corruptos seguidos por el Poder Judicial, porque son partes de una sola banda, que levantó en peso al Perú. Se trata de organismos y personajes putrefactos que están en campaña para liberar a los encarcelados y justiciados.
En cuanto a vendedores ambulantes y formales debemos decir que, aproximadamente el 90 por ciento han tenido suficientes recursos, y posiblemente tienen capacidad para seguir sobreviviendo durante la pandemia, puesto que ellos manejaron ostensibles recursos económicos, mejor que los profesionales, lo que le permitieron hacer plata, adquirir bienes y dar estudio a sus hijos. Por esta razón creemos que es falso de toda falsedad que no tienen qué comer, y están desesperados para adueñarse de calles y de demás lugares públicos.
Lo que sucede es que un porcentaje mínimo tendrían problemas económicos, pero que éstos son sujetos manejados por los comerciantes con recursos, personajes que conocen el arte de hacer plata mediante la corrupción. El caso patético del ex alcalde de Chincha José Navarro Grau es la mejor prueba, que durante su gobierno entregó las calles de Chincha, a cambio de votos. Y, que los dirigentes vociferaban, sin empacho, que ellos tenían “licencia” para 4 años más, previa bolsa entregado al alcalde electo.
Esta misma gente que se burlaron de las normas y se apoderan de las vías públicas, con gran sorna por estar inmersos en la corrupción, son causantes de la muerte masiva por Coronavirus. Es el momento de decirla verdad e imponer el principio de autoridad. De lo contrario estamos perdidos, con el cuento del hambre y necesidad, que los que verdaderamente requieren y pasan necesidad se encuentran callados. He ahí la paradoja. La corrupción a bajo nivel debe merecer sanción.
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