El Ministerio de Cultura viene impulsando las visitas en línea de sus museos y el Museo de sitio Pachacamac es uno de ellos. A través de esta visita podremos conocer los principales hallazgos arqueológicos procedentes del Santuario de Pachacamac, así como las distintas culturas que habitaron en su territorio.
El recorrido virtual se puede realizar desde computadoras, laptops, teléfonos móviles y tablets. Estos recursos virtuales son una excelente alternativa para que las familias desde sus casas conozcan el rico legado de nuestros antepasados.
Sobre el Museo de Sitio Pachacamac y el Santuario Arqueológico de Pachacamac
El Museo de Sitio de Pachacamac está ubicado en el Santuario Arqueológico de Pachacamac, al sur de Lima, en Lurín. ¿Por qué fue importante el Santuario para nuestros antepasados? y ¿qué vamos encontrar en el recorrido virtual del Museo?
El Santuario Arqueológico de Pachacamac es el conjunto arquitectónico prehispánico, construido en tierra y piedra. Fue el santuario más grande de la costa central y el principal durante más de mil años. Sus templos eran visitados por multitudes de peregrinos en ocasión de los grandes rituales andinos.
En la cosmovisión de nuestros antepasados, Pachacamac fue un oráculo capaz de predecir el futuro y controlar los movimientos de la tierra, como temblores y terremotos. El santuario estuvo habitado por sucesivas culturas como Lima, Wari, Ychma e Inca. A través del recorrido virtual podremos conocer la historia del Santuario de Pachacamac, desde el 200 d.C. hasta el establecimiento de los Incas en 1470, así como su posterior abandono, ocurrido con la llegada de los españoles en 1533.
Una de las principales piezas del museo que podremos conocer es el ídolo de Pachacamac, hecho de madera y que representa un personaje masculino que fue adorado y temido por ser la deidad de la noche y los temblores.
Recientemente el museo de sitio hizo noticia en el mundo pues, en base a la investigación que desarrolla, determinó que el ídolo perteneció a la época de apogeo Wari, que estaba hecho de madera de algarrobo joven y pintado de tres colores: amarillo, rojo y blanco. El estudio fue difundido en la revista especializada Journal Plos One, en un artículo suscrito por los arqueólogos Marcela Sepúlveda, Denise Pozzi-Escot, Rommel Ángeles, Nicolás Bermeo, Matthieu Lebon, Christophe Moulherat y Philippe Sarrazin.
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