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Vodka, un vicio nacional protegido por el Kremlin - VIDEO

Como es el caso en Mejico con el maiz, en Rusia no se toca al vodka. Porque el vodka en Rusia es algo más que un líquido, es un asunto sociológico y politico,

El vodka es el combustible del alma rusa desde tiempos inmemoriales. Boris Yeltsin firmaba decretos borrachos y no pasó nada. Mijail Gorbachov gobernó como el abstemio que era y acabo mal.
El vodka es el combustible del alma rusa desde tiempos inmemoriales. Boris Yeltsin firmaba decretos borrachos y no pasó nada. Mijail Gorbachov gobernó como el abstemio que era y acabo mal.


Este año 2015 se ha prohibido fumar en los restaurantes de Rusia. También se ha vuelto más difícil comer naranjas o manzanas por culpa de las 'contrasanciones' aplicadas por Vladimir Putin a Occidente. Pero el vodka es algo que no se toca. 

El presidente ruso ha ordenado al Gobierno contener el alza de los precios del vodka. Sabe que su popularidad puede estar en juego, pero también la salud. Porque el vodka en Rusia es algo más que un líquido, es un estado de ánimo que sólo puede cambiar de formato, incluso hacia uno más salvaje. Si el vodka se pone caro, los rusos pueden caer en los brazos de otros brebajes elaborados de una manera tan artesana como ilegal. Son destilados de colores sospechosos, embotellados algunas veces sin etiqueta. Un aturdimiento que decepciona al principio pero acaba consolando a medida que se emborrona el campo visual. Sí, pasa lo contrario que en el amor.

El caso es que en Rusia por la boca muere el pez. Hoy en día los rusos no fallecen tanto por hablar, pero caen demasiados por beber. Estos sustitutos del vodka son una amenaza para la salud. Así que cuando el pasado miércoles Putin se reunió con un grupo de gobernadores les dijo que una subida del vodka sería un peligro. Veneno en la pirámide demográfica rusa, que no está para echar cohetes.

Putin se parece más a lo que a muchos rusos les gustaría ser que a lo que son. No bebe y promueve la vida sana a través del deporte y los buenos hábitos. La prensa rusa recordaba esta semana que una quinta parte de los rusos mueren antes de rebasar la cincuentena. Todo el mundo está de acuerdo en que no es por el frío ni los genes: el alcohol y fundamentalmente el vodka tienen la culpa de este holocausto que visita a generación tras generación.


Richard Peto, coautor de un estudio de la Universidad de Oxford, explicaba a la BBC las dimensiones de la influencia del vodka en los padecimientos del país: 
 

Las tasas de mortalidad en Rusia han fluctuado marcadamente durante los últimos 30 años debido a las restricciones al alcohol y a la variación en la estabilidad social durante los gobiernos de los presidentes Gorbachov, Yeltsin y Putin. Y el factor más importante de estas pronunciadas fluctuaciones en las muertes ha sido el vodka. 


Hace unas semanas el periodista Victor Colmenarejo en sus Crónicas Rusas, muestra la importancia del vodka en el paisaje ruso. Y las aristas que esconde este combustible del alma rusa. 
 

La oferta de vodkas en cualquier supermercado ruso es abrumadora. Si no eres de hocico fino, cinco euros te alcanzan para una botella de medio litro y dos latas de cerveza (para engañar el hambre), que de hecho es el menú diario de muchos que no cumplirán los 50. En las zonas rurales es aún peor, el alcohol embotellado es un lujo y entra en juego el vodka casero, destilado por abuelas para apuntalar sus míseras pensiones. 


Este año Rusia ha hecho más rigurosa su legislación en lo referente al alcohol. Así que no sólo es necesario que el vodka no suba, sino que hay que impedir que se pueda vender barato, pues bajo ese reclamo puede colarse cualquier cosa. Por eso Moscú subió un 30% el precio mínimo de la botella: ahora no puede costar menos de 220 rublos, unos tres euros y medio al cambio actual. 


Un problema de los países del Este es que "vodka" sirve para designar cualquier bebida de alta graduación. Por ahí se cuelan peligrosos impostores. Hasta la propia palabra tiene leyenda detrás: antes se llamaba "samogónka" y después decidieron llamarlo "vodá", que significa "agua". Quedó el diminutivo: "vodka", que equivale a decir "agüita".

Pero la bebida ha tenido de inofensivo lo que yo tengo de luchador de sumo. Tengo un colega fotógrafo que durante meses se dedicó a retratar en el metro de Moscú los estragos que el vodka deja cada lunes en los vagones: hombres desmayados, hibernando o agarrados como náufragos a los bies de un banco. Es la estampa de un país en el que algunas criaturas empiezan la semana los martes.

 


¿Por qué el vodka? Es muy difícil el cultivo de la vid en climas fríos. Así que los rusos se pusieron a buscar la fermentación alcohólica de los cereales. Así descubrieron lo que se llamaría "el vino de pan". Se destiló por primera vez en un monasterio del Gran Ducado de Moscú y apareció en la capital en torno a 1440. El asunto es controvertido pues en los años setenta del siglo pasado Polonia reclamó que se usaba el vodka dentro de las fronteras del Reino de Polonia antes de que éste se diera conocer en el Imperio ruso.


Pero poco importan hoy estas disputas pasadas. Moscú tiene un problema: el vodka ha subido de precio. La inflación anual en el país ya está en el 9,4% y Putin quiere blindar esta bebida. Es un asunto de Estado. 


Boris Yeltsin firmaba decretos borrachos y no pasó nada. Mijail Gorbachov gobernó como el abstemio que era y acabo mal. 

Fuente: El Pais



 

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